4/3/13

EL GRAN MURO BLANCO (capítulo II )




Aquel día sábado, La Eucaristía  había finalizado y me acerqué al Padre Gerardo.
La conversación no fue tan extensa. Obviamente que él ya reconocía mis trabajos pictóricos.
-¿Qué le parecería Padre, que pintáramos un mural, en el muro central, sobre la   
  Presidencia?
Estábamos ubicados en la entrada del templo y teníamos desde allí, toda la panorámica.
Nuestras miradas se concentraron en el gran muro blanco rectangular.
-¿Y qué necesitarías Mario para eso?
-Bueno, usted ya sabe, tendríamos que construir un andamio, algo más seguro. No se puede estar allí sobre una escalera.
Habría que construir un andamio y poner algunas protecciones en el respaldo.
Lo demás son las pinturas, esmaltes, y todo el material de pintura.
El párroco fingió cierta calma, pero sus ojos brillaron y adiviné su gran ilusión en aquello.
 -¿Y cuánto tiempo supones que vas a necesitar para terminar el mural?
Sin meditarlo mucho y sin dimensionar la empresa afirmé:
-Yo supongo que un par de meses.
 Lo ideal sería firmarlo en la pascua o tal vez en pentecostés, depende del tiempo que le dedique.
Estábamos en verano y la pascua vendría a fines del mes de abril
-¿Y qué pintarías ahí?- Inquirió el párroco.
-Bueno, obviamente algo que diga relación con nuestra parroquia.
Una imagen relacionada con la virgen y que identifique a los fieles.
Algo que esté vinculado al nombre de la parroquia, a la imagen del Carmen.
-Pero sería muy bonito, una virgen algo chilena, con el ambiente del campo, con gallineros, aves…
Comprendí su mentalidad, pero no podía compartir aquel pensamiento algo extranjero.
-No me parece, Padre, en verdad pienso en algo más clásico, más universal. Tendré que verlo.
Haremos unos bosquejos y se los exhibiré.
-Bueno, y tu mismo te encargas de la pintura y esos materiales.
Así comenzó el trabajo.






No hay comentarios:

Publicar un comentario